Mi ambiente

Mi ambiente
Tiempo de leer

viernes, 1 de julio de 2016

Iniciando la travesía


Mi nombre completo es Nayely Yhasef Escobedo Azañero, tengo 15 años, curso el quinto de Secundaria y vivo en Perú. La gran mayoría de mis amigos y amigas me llaman Naye de cariño. Les contaré un poco más acerca de mí (espero que así me conozcan aún más). Cuando era pequeña y entré por primera vez al kínder me sentía muy contenta, de hecho no me importaba mucho alejarme de mi encantadora mamá por algunas horas, porque como ella misma cuenta que desde corta edad a mí ya me gustaba explorar el mundo, descubrir cosas nuevas (ya saben todo lo que dice una madre siempre halagando a su hijita menor, pero qué les puedo decir, mi madre no mentía). Ahora que ya estoy más grande me doy cuenta que tenía toda la razón. A pesar de eso yo era una niña un poco descuidada, despistada y súper súper tranquila como dirían algunos, algo “monse” tal vez; es por eso que tengo muchas anécdotas en mi kínder y la que más recuerdo es que una de mis compañeritas -una niñita muy mala- me cortó el uniforme ¿LO PUEDEN CREER? Una niñita de esa edad haciendo eso, la verdad es que yo no recuerdo lo que hice, pero seguramente no hice nada como me contó mi madre, lo único que hacía es observarla tímida y silenciosamente. Ahora me pongo a pensar que si encuentro a esa niña no sé qué le diría ni qué le haría; gracias a Dios nunca supe qué niña fue y gracias a Dios eso ya es asunto olvidado. Mi primaria también fue algo extraña ya que me avanzaron un año, para mi familia, la niña exploradora era ahora también inteligente; ya que a mi corta edad sabía leer y escribir, pero a esa edad uno no entiende de inteligencia ni de ganarle tiempo al tiempo, de lo único que uno entiende es de separación y a mí me iban a separar de mis amigos, de mi mundo, de mi espacio; pero como a esa edad no se tiene ni voz ni voto, lo que yo pensaba, decía o sentía eso no interesaba así que zas…salté de grado y bueno, pensé que sería algo traumático, que no me acostumbraría, que ellos no serían mis amigos; algo así como cuando eres adolescente y tienes novio pero tus padres se oponen al pensar que él sería el hombre de tu vida pero, con el tiempo te vas dando cuenta que eso no es verdad; así me pasaba pero en versión niñita. Ideas totalmente erróneas pues ellos se convertirían en mis grandes amigos; estudiar con ellos fue fenomenal, cada día era un nuevo conocer, un nuevo aprender, un nuevo convivir, un nuevo compartir; nuevas clases, nuevas aventuras, nuevas travesuras y lo más importante, cada día que pasaba aprendía más.

Mi secundaria la realicé en otro colegio, pero igual seguía en contacto con mis “antiguos amigos”, todo gracias a la tecnología, claro está. A los 11 años que tenía cursaba primero de secundaria en un colegio estatal cerca a mi casa; la “secu” es otra cosa, me sentía nerviosa, preocupada, intranquila porque era algo nuevo para mí, porque no la pasaba bien, ya no quería experimentar, lo único que quería era que me cambien de colegio. Y fue así, cuando un buen día, mi madre anunció que me cambiaría de colegio, entonces mi espíritu explorador volvió a nacer en mí sobre todo porque este no era un colegio como todos, iba a postular nada menos que al COLEGIO MILITAR y me encantó la idea, eso se lo debo agradecer no solo a mi familia sino sobre todo a mi abuelita, pues fue ella quien más me motivó para lograr mi objetivo y vaya que lo logré. Todos en mi hogar se emocionaron cuando vieron mi nombre en la lista de ingresantes y fue ahí donde me di cuenta que todo sacrificio tiene su recompensa. Ahora que ya estoy ad portas de terminar la secundaria miro el pasado y me enorgullezco de haber llegado hasta donde estoy, quizás no es mucho pero me siento bendecida y agradecida con lo que con mi esfuerzo he podido lograr porque los sueños no solamente son míos sino también de los míos y… ustedes díganme…


¿TIENEN UNA ANÉCDOTA DE SU INFANCIA PARA RECORDAR?

5 comentarios:

  1. Muy buena introduccion y excelente sintesis, me parece muy interesante asi mismo me gusta el valor que tiene el autor para contar anecdotas de su vida donde muestra claramenta sus cualidades para el estudio y la lectura. Me parece que es prudente tocar los temas de nuestro pasado para poder sentirnos orgullosos de todo lo que hemos logrado por nuestros propios méritos y claro está el apoyo de la familia y amigos. Previo a esto estimo mis felicitaciones hacia el autor y le invito a que siga deslumbrándonos con sus ocurrencias y anécdotas de su vida.

    ResponderBorrar
  2. Me gustó mucho la introducción y la forma de contar con soltura las cosas vividas en el pasado,de las que ahora,claro está,te llenan de orgullo, sigue así y felicitaciones

    ResponderBorrar
  3. Fué interesante la forma en que contaste tus anecdotas, ademas de que estas emiten una "vibra" de satisfacción y alegría,yo creo que deberias esforzarte mas para cumplir tus metas, ya que estoy seguro de que esperaran retos mas grandes que te depará la vida.

    Pd: Me encanto la forma en la que cuentas tus anecdotas

    ResponderBorrar
  4. Excelente introducción y síntesis, me fascinó la forma en la que el autor narra sus experiencias.Me parece que es bueno resaltar que pese a su corta edad escribe de tal manera que resulta entretenido para los lectores.Mis felicitaciones hacia el autor.

    ResponderBorrar
  5. Realmente me dio gusto leerte Nayely, pues al hacerlo, pude evocar grandes momentos que añoramos de cada etapa de nuestras vidas.
    Todo tiempo pasado deja una huella imperecedera en el camino que recorremos, unas veces para hacernos sonreír y otras tantas, para hacernos humedecer la tierra con una lágrima.
    Más que un cumplido, este mensaje es para motivarte a seguir deleitándonos con tu deliciosa narrativa, la misma que a todas luces es uno de tus más preciados talentos.
    Si tuviera que referir una anécdota, sería una que, aunque muy breve, tiene siempre el efecto en mí de hacerme esbozar una sonrisa:
    Recuerdo una ocasión, siendo muy pequeño, en que mi madre me refirió que mi abuelo, cuando salía de su chacra, siempre dejaba afuera, junto a la puerta; una vieja silla para enmascarar su ausencia. Aún recuerdo haber celebrado ruidosamente ese relato que, a mi corta edad, presentaba a mi abuelo como un genio. Más tarde, al relatar mi madre este episodio al mismo protagonista, le hizo saber que yo había dicho que me parecía “que mi abuelo era muy astuto”. Nunca podría olvidar mi rostro compitiendo en color con un tomate ante la revelación de aquel adjetivo novedoso para mí, pero que me sonaba a algo malo. Lo comparto con ustedes en espera de que también compartan las suyas.

    ResponderBorrar